El ejército israelí ha ampliado significativamente su control territorial en la Franja de Gaza, ocupando actualmente más de la mitad del territorio palestino mientras continúa su ofensiva militar iniciada tras el ataque de Hamás de octubre de 2023.
La presencia israelí se concentra principalmente en una zona de amortiguamiento paralela a la frontera, que se ha duplicado en tamaño en las últimas semanas, alcanzando hasta tres kilómetros de profundidad en algunos puntos. Esta expansión ha dejado a la población palestina confinada en espacios cada vez más reducidos.
«Destruyeron todo lo que pudieron, dispararon a todo lo que parecía funcionar… (los palestinos) no tendrán nada a lo que regresar», confesó un soldado israelí que participó en operaciones con tanques, según testimonios recogidos por The Associated Press.
El control territorial israelí incluye el estratégico Corredor de Netzarim, que divide el norte y sur de Gaza, y podría ampliarse con un nuevo corredor en el sur que separaría Rafah del resto del territorio, según anunció recientemente el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Destrucción sistemática y desplazamiento forzado
Las imágenes satelitales muestran barrios enteros reducidos a escombros. La destrucción ha sido particularmente metódica en la zona fronteriza, donde soldados israelíes reconocen haber recibido órdenes de arrasar viviendas, cultivos e infraestructuras.
«Tomó 20 años construir una casa y en cinco minutos destruyeron todos mis sueños y los sueños de mis hijos», lamentó Nidal Alzaanin, un agricultor de 55 años que perdió su hogar en Beit Hanoun, en el norte de Gaza.
Según testimonios publicados por Breaking The Silence, un grupo de veteranos israelíes contrarios a la ocupación, el ejército ha convertido grandes áreas en «un vasto desierto» mediante una «destrucción generalizada y deliberada».
Intenciones a largo plazo
Netanyahu declaró la semana pasada que Israel mantendrá el control de seguridad en Gaza incluso después de que Hamás sea derrotado, y mencionó la implementación de un plan de «emigración voluntaria» de palestinos.
Algunos analistas israelíes defienden estas medidas como necesarias para la seguridad fronteriza. «Esto es algo que cualquier país sensato hará con respecto a sus fronteras cuando el estado limita con una entidad hostil», afirmó Kobi Michael, investigador del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos califican estas acciones como posibles crímenes de guerra. «Dentro de las zonas de amortiguamiento de Gaza equivale a una limpieza étnica, porque está claro que nunca se permitiría a las personas regresar», señaló Nadia Hardman, investigadora de Human Rights Watch.
El ejército israelí defiende sus operaciones argumentando que actúan para proteger a su país y mejorar la seguridad de las poblaciones del sur devastadas por el ataque del 7 de octubre, en el que murieron aproximadamente 1.200 personas y 251 fueron tomadas como rehenes.