Un estudio reciente de la Universidad Northwestern ha identificado cinco patrones distintos de sobrealimentación en adultos con obesidad, revelando que el exceso de comida no es un comportamiento único, sino una serie de hábitos influenciados por factores ambientales, emocionales y sociales. Esta investigación, publicada en NPJ Digital Medicine, podría abrir la puerta a intervenciones más personalizadas y efectivas para combatir la obesidad.
Durante dos semanas, los investigadores monitorearon a 60 adultos con obesidad, utilizando sensores y una aplicación para registrar su estado de ánimo. Este enfoque permitió un análisis detallado de los momentos, las circunstancias y las razones detrás de la sobrealimentación. Los resultados revelaron cinco categorías distintas de episodios de consumo excesivo.
Nabil Alshurafa, autor principal del estudio, explicó que estos patrones reflejan la compleja interacción entre el entorno, la emoción y el hábito. Este «mapa» de comportamientos ofrece la posibilidad de diseñar intervenciones adaptadas a las necesidades individuales de cada persona.
Los cinco patrones de sobrealimentación identificados son:
- Consumo excesivo de comida para llevar: Caracterizado por la preferencia por alimentos de restaurantes, especialmente en contextos sociales. La facilidad de acceso a la comida rápida y el ambiente social favorecen la ingesta de grandes porciones y alimentos muy apetecibles. Las estrategias de marketing y la abundancia de locales de comida rápida contribuyen a que las personas coman de manera automática, sin prestar atención a las señales internas de hambre.
- Exceso en restaurantes: Se produce principalmente al comer en compañía de familiares y amigos. Este comportamiento se asocia con un mayor consumo de alimentos en entornos sociales cómodos. La duración prolongada de las comidas en grupo y las normas sociales pueden llevar a consumir más que cuando se come solo.
- Ingesta nocturna para relajarse: Implica comer por la noche como una forma de desconectar al final del día. Este patrón suele estar motivado por el hambre biológica y se relaciona con alteraciones en el ritmo circadiano, lo que puede aumentar el apetito y la preferencia por alimentos energéticos en las últimas horas del día.
- Comer por placer sin control: Se centra en el aspecto hedónico de la comida. Las personas que presentan este comportamiento tienden a perder el control y a comer en exceso por placer, especialmente durante actividades como el trabajo o el estudio. La carga cognitiva de estos entornos puede dificultar la autorregulación y favorecer una alimentación automática y descontrolada.
- Picoteo nocturno por estrés o soledad: Se presenta en quienes comen en respuesta a emociones negativas, como el estrés o la sensación de soledad, especialmente al final del día. Este tipo de alimentación emocional suele llevar al consumo de alimentos calóricos y reconfortantes. El estrés puede elevar los niveles de cortisol, lo que incrementa el deseo de comer productos energéticos.
Los especialistas de la Universidad Northwestern enfatizan que estos patrones están influenciados por factores ambientales y emocionales. La disponibilidad de comida rápida, el tamaño de las porciones, la presión social y el estado de ánimo desempeñan un papel fundamental en la forma en que las personas comen y en su capacidad para controlar la ingesta.
Para evitar la sobrealimentación, la Fundación Británica del Corazón recomienda estrategias sencillas como evitar llegar a las comidas con demasiada hambre, comer de manera consciente y sin distracciones, elegir alimentos saciantes y ricos en fibra, esperar antes de repetir porciones y cocinar más en casa para controlar el tamaño de las raciones. Además, aconsejan no otorgar un estatus especial a ciertos alimentos, lo que puede ayudar a reducir la tentación de consumirlos en exceso. Realizar pequeños cambios en los hábitos diarios puede ayudar a controlar la cantidad de comida que se consume.