La discalculia es un trastorno del aprendizaje que afecta la capacidad de una persona para comprender y manejar números y conceptos matemáticos. A menudo confundido con una falta de interés o esfuerzo, este trastorno impacta no solo el rendimiento académico, sino también la vida cotidiana de quienes lo padecen.
¿Qué es la discalculia?
La discalculia es una dificultad persistente y específica con los números, que puede manifestarse de formas como la incapacidad para leer la hora en un reloj, calcular el cambio o recordar números simples, como el propio número de teléfono. Este trastorno afecta entre el 3% y el 6% de la población, según estimaciones, y es uno de los trastornos del neurodesarrollo, junto con la dislexia y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Casos reales: la experiencia de vivir con discalculia
Personas como Larissa Pessoa, una psicóloga de 26 años, y Isabela Aquino, una estudiante de artes visuales de 20 años, han experimentado las dificultades de vivir con discalculia. Desde la infancia, enfrentaron retos significativos para entender las matemáticas, siendo muchas veces malinterpretadas como estudiantes rebeldes o poco aplicadas. Como explica Pessoa: “Estudiaba durante horas y aún así no lograba entender”.
Además de la frustración académica, la discalculia afecta la vida diaria. Por ejemplo, Jenifer Mendes, una ejecutiva de publicidad, relata cómo se equivocó al calcular el valor de una compra, pensando que gastaba 100 reales cuando en realidad eran 1.000, una situación común entre quienes tienen este trastorno.
Causas de la discalculia
Este trastorno no se debe a una falta de esfuerzo o atención, sino a una alteración en el neurodesarrollo. Según la psicopedagoga Camila León, la discalculia se origina por una disfunción en las áreas cerebrales responsables de las habilidades matemáticas. Aunque tiene una base genética y neurológica, factores ambientales como el acceso limitado a una educación matemática adecuada o el estrés emocional pueden intensificar los síntomas.
Señales de alarma y diagnóstico
Detectar la discalculia no siempre es fácil, ya que a menudo se confunde con otros problemas de aprendizaje o con una falta de interés. Sin embargo, Julia Beatriz Lopes Silva, profesora de la Universidad Federal de Minas Gerais, explica que una señal clave es cuando el rendimiento en matemáticas está muy por debajo de lo esperado para la edad de la persona. Esto puede incluir dificultades para contar, entender conceptos de cantidad, o aplicar las matemáticas en situaciones cotidianas, como gestionar finanzas o leer la hora.
El diagnóstico requiere una evaluación multidisciplinar, que incluye pruebas de rendimiento escolar y análisis de informes de profesores, psicólogos y otros especialistas. Aunque no hay cura, el tratamiento consiste en intervenciones pedagógicas adaptadas, apoyo emocional y el uso de tecnología para facilitar el aprendizaje.
¿Qué se puede hacer?
Si bien la discalculia no tiene cura, existen métodos para ayudar a quienes la padecen a mejorar su rendimiento y calidad de vida. Entre las intervenciones se incluyen:
- Apoyo escolar especializado con métodos adaptados.
- Terapia cognitivo-conductual para manejar el impacto emocional y social.
- Tecnologías de apoyo, como aplicaciones diseñadas para el aprendizaje de matemáticas.
A medida que se incrementa el conocimiento sobre este trastorno, es fundamental crear conciencia y brindar las herramientas adecuadas para que las personas con discalculia puedan enfrentar los desafíos que se les presentan y llevar una vida plena.