IMPACTO PANAMÁ
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Cada 6 de diciembre, la tradición católica celebra a San Nicolás de Bari, una figura histórica cuya generosidad y caridad dieron origen a la leyenda de Papá Noel. En un mundo donde la Navidad a menudo se reduce a consumismo y luces brillantes, la historia de San Nicolás nos recuerda el verdadero espíritu de la temporada: la importancia de dar y ayudar a los demás.
Nicolás nació en el año 270 d.C. en Patara, una ciudad en la actual Turquía. Desde muy joven, destacó por su generosidad, compartiendo sus posesiones con los necesitados. Tras la muerte de sus padres, heredó una considerable fortuna, la cual no dudó en distribuir entre los pobres. Su vocación de servicio lo llevó a convertirse en sacerdote y, posteriormente, en obispo de Myra.
Como obispo, Nicolás se dedicó a proteger a los más vulnerables. Una de las historias más conocidas cuenta cómo salvó a tres jóvenes de ser vendidas como esclavas, proporcionándoles en secreto la dote necesaria para contraer matrimonio. Este acto de bondad, junto con otros milagros y acciones caritativas, cimentó su reputación como protector de niños, marineros y personas en dificultades.
La figura de San Nicolás evolucionó con el tiempo. En los Países Bajos, se le conocía como Sinterklaas, un personaje que llegaba en barco desde España para repartir regalos a los niños. Esta tradición se extendió a América del Norte, donde Sinterklaas se transformó en Santa Claus, el bonachón anciano de barba blanca que conocemos hoy en día.
Sin embargo, la comercialización de la Navidad ha eclipsado en gran medida la figura original de San Nicolás. Papá Noel, con su trineo lleno de juguetes y su taller en el Polo Norte, se ha convertido en un símbolo del consumismo, alejándonos del verdadero mensaje de la Navidad: la generosidad, la compasión y el amor al prójimo.
La diferencia entre San Nicolás y Papá Noel es abismal. El primero encarnaba los valores del Evangelio, practicando la caridad anónima y defendiendo la fe. El segundo, en cambio, es un producto del capitalismo, que fomenta el consumo y el hedonismo. San Nicolás nos invita a compartir y a dar esperanza, mientras que Papá Noel nos impulsa a comprar y a acumular bienes materiales.
En este 6 de diciembre, recordemos la verdadera historia de San Nicolás de Bari. Que su ejemplo nos inspire a practicar la caridad, a ayudar a los necesitados y a compartir lo que tenemos con los demás. Que el espíritu de la Navidad no se limite a la compra de regalos, sino que se manifieste en actos de bondad y amor al prójimo.
San Nicolás nos recuerda que el verdadero regalo de la Navidad no se encuentra en los objetos materiales, sino en el amor, la compasión y la solidaridad que compartimos con los demás. Es un llamado a reflexionar sobre el verdadero significado de estas fiestas y a vivir de acuerdo con los valores que San Nicolás encarnó a lo largo de su vida.
