Río de Janeiro vive momentos de conmoción tras una operación policial que se ha convertido en la más letal de su historia, dejando un saldo trágico de 132 fallecidos, según confirmó la Defensoría Pública regional. La magnitud de la tragedia ha generado un intenso debate sobre los límites de la violencia estatal y la necesidad de una investigación exhaustiva.
La operación, que tuvo como objetivo principal desarticular al Comando Vermelho, una de las facciones criminales más poderosas de Brasil, se llevó a cabo en los complejos de favelas de la Penha y del Alemão. Sin embargo, el resultado ha sido devastador, con decenas de cuerpos encontrados en las calles y plazas, generando escenas de dolor y desesperación entre los residentes.
Según el gobierno regional, los fallecidos eran sospechosos que “reaccionaron” a las acciones de los agentes. No obstante, testimonios de habitantes y familiares de las víctimas contradicen esta versión, denunciando ejecuciones sumarias y abusos por parte de las fuerzas de seguridad. La Defensoría Pública ha recolectado estos testimonios con el fin de “contribuir a la necesaria respuesta institucional ante la violencia estatal nunca vista”.
El gobernador del estado de Río de Janeiro, Cláudio Castro, reconoció que la cifra de 58 muertos que maneja el gobierno es provisional y que “seguro” cambiará. Mientras tanto, los residentes de la favela de la Penha trasladaron más de 60 cadáveres a la plaza São Lucas, en un intento desesperado por visibilizar la magnitud de la tragedia y exigir justicia.
La escena en la plaza era desgarradora, con cuerpos alineados en el suelo, rodeados de familiares y vecinos que intentaban identificarlos. Testimonios recogidos por la abogada Flávia Fróes revelan que varios de los cuerpos presentaban “marcas de disparos en la nuca, puñaladas en la espalda y heridas en las piernas”, lo que alimenta las sospechas de ejecuciones extrajudiciales.
La operación policial movilizó a 2.500 agentes y decenas de vehículos blindados, logrando la detención de 81 sospechosos y la incautación de 93 fusiles y media tonelada de drogas. Sin embargo, el costo en vidas humanas ha sido inaceptable para muchos, generando fuertes críticas hacia la política de seguridad del gobierno.
Organizaciones y defensores de derechos humanos han solicitado a la Comisión Interamericana de DDHH la presencia de interventores y peritos internacionales en Río de Janeiro para investigar lo sucedido. La ONU también ha instado a las autoridades a realizar una investigación inmediata y a garantizar el cumplimiento del derecho internacional.
La operación policial ha dejado una profunda cicatriz en la ciudad de Río de Janeiro. Las calles amanecieron desiertas, los comercios y escuelas permanecieron cerrados y la sensación de miedo e inseguridad se apoderó de los habitantes. La tragedia ha reabierto el debate sobre la necesidad de reformar las políticas de seguridad pública y de abordar las causas estructurales de la violencia en las favelas.
La socióloga Carolina Grillo ha advertido que las operaciones policiales no son una solución efectiva para combatir el crimen organizado y que, por el contrario, pueden generar más violencia y sufrimiento entre la población más vulnerable. La clave, según la experta, está en invertir en políticas sociales que promuevan la inclusión y la igualdad de oportunidades.
En medio del dolor y la indignación, la sociedad civil se organiza para exigir justicia y para evitar que tragedias como esta se repitan. La memoria de las víctimas exige una respuesta contundente por parte de las autoridades y un compromiso real con la construcción de una sociedad más justa y pacífica.
IMPACTO PANAMÁ