El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ha tomado una postura enérgica en respuesta a la reciente decisión de Países Bajos de incluir a Panamá en su lista negra fiscal. Esta medida ha desencadenado una serie de acciones diplomáticas y económicas por parte del gobierno panameño, subrayando la importancia que el país otorga a su reputación fiscal internacional.
Mulino argumenta que la decisión neerlandesa se basa en cuestiones fiscales propias de su jurisdicción y no refleja la realidad fiscal de Panamá. Esta distinción es crucial, ya que sugiere que la inclusión en la lista negra podría ser el resultado de una interpretación errónea o de criterios no aplicables al contexto panameño.
Como respuesta inmediata, el presidente ha instruido a la Cancillería para presentar una protesta formal ante las autoridades de Países Bajos. Esta acción diplomática busca no solo expresar el desacuerdo de Panamá, sino también abrir un canal de diálogo para aclarar cualquier malentendido y, potencialmente, revertir la decisión.
Además de la vía diplomática, Mulino ha anunciado medidas económicas significativas. Las empresas neerlandesas quedarán excluidas de participar en actos públicos o contratos en Panamá mientras persista esta situación. Esta medida recíproca envía un mensaje claro sobre la seriedad con la que Panamá considera este asunto y su disposición a defender sus intereses económicos.
El gobierno panameño también ha indicado que tomará medidas en las votaciones de organismos internacionales que puedan afectar los intereses de Países Bajos. Esta estrategia multilateral demuestra que Panamá está dispuesta a utilizar su influencia en foros internacionales para hacer valer su posición.
La respuesta de Panamá refleja una estrategia multifacética:
- Defensa diplomática: A través de protestas formales y posiblemente negociaciones directas.
- Medidas económicas: Restricciones a empresas neerlandesas en Panamá.
- Acción en organismos internacionales: Uso estratégico de votos en foros multilaterales.
- Comunicación pública: El uso de redes sociales por parte del presidente para explicar la posición del país.
Esta situación pone de relieve la complejidad de las relaciones fiscales internacionales y cómo las decisiones unilaterales de un país pueden tener repercusiones diplomáticas y económicas significativas. También demuestra la creciente importancia que los países en desarrollo otorgan a su reputación fiscal internacional y su disposición a defenderse activamente contra lo que perciben como clasificaciones injustas.
La firmeza de la respuesta de Panamá podría sentar un precedente para cómo otros países reaccionan ante situaciones similares. También plantea preguntas sobre la necesidad de un diálogo más amplio y consensuado a nivel internacional sobre los criterios para establecer listas negras fiscales.
En última instancia, este episodio subraya la importancia de la diplomacia económica en el mundo actual y cómo los países deben navegar cuidadosamente entre la defensa de sus intereses nacionales y el mantenimiento de relaciones internacionales positivas.