París vivió una jornada de caos y tensión este jueves, marcada por intensos enfrentamientos entre la policía y manifestantes que protestaban contra las políticas de austeridad implementadas por el gobierno del presidente Emmanuel Macron y su nuevo Primer Ministro, Sébastien Lecornu. La movilización, que se extendió por toda Francia, contó con la participación de cientos de miles de personas, según datos proporcionados por los sindicatos convocantes.
Las protestas, lideradas por diversos sindicatos, buscaban expresar el descontento generalizado ante los inminentes recortes presupuestarios y otras medidas consideradas perjudiciales para la población. Los manifestantes exigen al gobierno que descarte los planes fiscales propuestos, aumente la inversión en servicios públicos, aplique mayores impuestos a los sectores más ricos y revoque la controvertida reforma que extiende la edad de jubilación.
Para garantizar el orden público, se desplegaron alrededor de 80.000 policías y gendarmes en todo el país, incluyendo unidades antidisturbios, drones y vehículos blindados. Según informes policiales, más de 90 personas fueron detenidas en diferentes puntos del país a lo largo de la jornada.
La magnitud de la protesta se hizo sentir en diversos sectores. Profesores, conductores de trenes, farmacéuticos y personal hospitalario se sumaron a la huelga, mientras que estudiantes bloquearon decenas de escuelas secundarias. En París, los manifestantes llegaron a destrozar la ventana de un banco durante los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Los sindicatos expresaron su satisfacción por la respuesta a la convocatoria. Sophie Binet, líder del sindicato CGT, informó que se registraron 260 manifestaciones en toda Francia, con una participación estimada de más de 400.000 personas. “Hay miles y miles de huelgas en todos los lugares de trabajo”, afirmó Binet.
A pesar de la magnitud de las movilizaciones, el Ministro del Interior, Bruno Retailleau, declaró por la tarde que las protestas habían sido “menos intensas de lo esperado”, estimando la participación en alrededor de 260.000 personas. Sin embargo, los sindicatos contradijeron esta cifra y mantuvieron su valoración positiva de la jornada.
La huelga tuvo un impacto significativo en el transporte público. En el metro de París, solo las tres líneas automatizadas sin conductor operaron con normalidad, causando graves interrupciones para los usuarios.
En otras ciudades francesas también se registraron incidentes. En Marsella, un reportero de AFPTV filmó a un policía pateando a un manifestante en el suelo, aunque la policía alegó haber sido confrontada por manifestantes “hostiles”. En Lyon, un periodista de France TV y un policía resultaron heridos durante enfrentamientos entre la policía y un grupo de jóvenes enmascarados que lideraban la manifestación. En las afueras de Lille, manifestantes bloquearon estaciones de autobuses.
El descontento se palpa en las calles. “Estamos hartos de que nos cobren impuestos como locos”, declaró Samuel Gaillard, un conductor de camión de basura de 58 años, reflejando el sentir de muchos manifestantes.
Incluso estudiantes de secundaria se unieron a las protestas, bloqueando el acceso a colegios y portando pancartas con lemas contra la austeridad. Los funcionarios anticipan que la jornada del jueves podría ser el día de protestas y huelgas más concurrido desde las movilizaciones de principios de 2023 contra la reforma de las pensiones impulsada por Macron.