En un contexto de creciente tensión con Estados Unidos, Nicolás Maduro ha elevado el tono, advirtiendo que Venezuela entrará en un «período de lucha armada» si es agredida. Esta declaración se produce en medio de acusaciones de Maduro sobre la presencia de buques militares estadounidenses cerca de las costas venezolanas y una retórica cada vez más agresiva por parte de Washington.
Maduro denunció la presencia de ocho barcos militares estadounidenses, equipados con misiles y acompañados por un submarino nuclear, en las cercanías de las aguas territoriales venezolanas. Calificó este despliegue como «la más grande amenaza que se haya visto en nuestro continente en los últimos 100 años», comparándola con la crisis de los misiles de Cuba en 1962. A pesar de que Estados Unidos ha declarado que el despliegue militar en el Caribe tiene como objetivo combatir el narcotráfico, Maduro lo ve como una escalada de presión militar contra su régimen.
Ante esta situación, Maduro anunció la activación de 4,5 millones de milicianos y el alistamiento militar de venezolanos en la reserva. «Si Venezuela fuera agredida, pasaría inmediatamente al período de lucha armada en defensa del territorio nacional», reiteró, mostrando una postura desafiante ante lo que considera una amenaza existencial.
El mandatario venezolano también criticó la narrativa estadounidense sobre la lucha contra el narcotráfico, calificándola de «absurda» y defendiendo el historial de su país en la lucha contra el comercio ilegal de narcóticos. Acusó a Washington de buscar un «cambio de régimen a través de la amenaza militar», señalando directamente al senador Marco Rubio por sus críticas al gobierno venezolano.
Las relaciones diplomáticas entre Caracas y Washington se encuentran suspendidas desde 2019, aunque Maduro reveló que se mantenían canales de comunicación a través de funcionarios estadounidenses. Sin embargo, estos mecanismos parecen haberse deteriorado tras el despliegue militar. Maduro lamentó la «diplomacia de las cañoneras» impuesta por algunos sectores al presidente Trump, instándolo a no «manchar sus manos de sangre» con un conflicto en Sudamérica.
La escalada de tensión entre Venezuela y Estados Unidos se produce en un momento de profunda crisis política y económica en el país sudamericano. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, ante el riesgo de un conflicto que podría desestabilizar aún más la región.
Mientras tanto, la oposición venezolana continúa exigiendo la liberación de presos políticos y denuncia la situación de crisis humanitaria que vive el país.