En el corazón del desierto de Chihuahua, México, se encuentra una relación simbiótica crucial para la producción de tequila y mezcal: la que existe entre los murciélagos y las plantas de agave. Si los amantes de estas emblemáticas bebidas mexicanas desean seguir disfrutándolas, es imperativo que se preocupen por la conservación de estos polinizadores nocturnos.
Los murciélagos, especialmente las hembras embarazadas que migran desde el sur de México hasta el suroeste de Estados Unidos, dependen del néctar de las flores de agave para alimentarse durante su largo viaje. A su vez, al volar de planta en planta, estos animales polinizan las flores, un proceso vital para la reproducción del agave.
Sin embargo, las plantas de agave silvestres están disminuyendo, con un alarmante número de especies amenazadas o en peligro de extinción. Esta situación pone en riesgo la alimentación de los murciélagos y, por ende, la polinización de las plantas, creando un círculo vicioso que amenaza el futuro de la producción de tequila y mezcal.
Para contrarrestar esta problemática, conservacionistas y comunidades locales están uniendo fuerzas para plantar miles de plantas de agave, proporcionando alimento a los murciélagos y protegiendo el futuro de la industria tequilera. El Proyecto Bat Friendly de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) colabora con agricultores para fomentar el cultivo de agave que beneficia a los murciélagos, reconociendo que la actividad humana es una de las principales amenazas para estos mamíferos voladores.
La deforestación y la perturbación de sus hábitats en cuevas obligan a los murciélagos a abandonar sus hogares y a perder fuentes de alimento. La Iniciativa de Restauración del Agave, por su parte, se enfoca en plantar y proteger agaves silvestres en el «corredor de néctar» que siguen los murciélagos en su migración.
Los agaves enfrentan múltiples desafíos, como la cosecha para la producción de bebidas alcohólicas, el pastoreo del ganado, la pérdida de hábitat y las condiciones climáticas adversas. La disminución de la población de murciélagos agrava aún más la situación, reduciendo la polinización y la diversidad genética de las plantas.
La relación entre murciélagos y agaves es una coevolución de millones de años. Los murciélagos, con sus largas lenguas y hocicos, acceden al néctar de las flores de agave, recogiendo polen en el proceso. Sin la polinización por murciélagos, los agaves tendrían dificultades para reproducirse, ya que solo florecen una vez en su vida.
Ante el cambio climático, se estima que las especies de murciélagos amenazadas tendrán un 75% menos de acceso al néctar de agave en 2050. Para asegurar la supervivencia de ambas especies, es crucial permitir que los agaves crezcan lo suficiente como para florecer.
Los agricultores que cultivan agave para tequila a menudo cortan el tallo para evitar la floración, lo que resulta en una mayor concentración de azúcares en la piña. Sin embargo, esta práctica reduce la diversidad genética de la especie, haciéndola más vulnerable a enfermedades y condiciones climáticas adversas.
La industria del tequila y el mezcal depende de la polinización de los murciélagos para mantener la salud y la diversidad de los agaves. Reconociendo esta interdependencia, los agricultores están permitiendo que al menos el 5% de sus plantas de agave maduren y florezcan, produciendo tequila y mezcal «respetuosos con los murciélagos».
Además de los agricultores, las comunidades locales desempeñan un papel fundamental en la conservación de los murciélagos. A través de programas educativos, se está cambiando la percepción negativa que algunas personas tienen sobre estos animales, fomentando la protección de sus hábitats y reconociendo los beneficios que aportan al ecosistema.
Seis importantes refugios de murciélagos magueyeros están ahora protegidos por comunidades locales en México, y la Iniciativa para la Restauración del Agave ha llegado a más de 1.5 millones de personas. Estos esfuerzos están dando resultados, con un aumento constante en el número de crías de murciélago y un paisaje más verde en las áreas donde se han plantado agaves.
Sin embargo, la reforestación con agaves no es suficiente. Los murciélagos se alimentan de diversas especies de plantas, por lo que es necesario restaurar todo el ecosistema, incluyendo árboles de ceiba, árboles de ipomoea y cactus como los saguaros.
La conservación de los murciélagos y los agaves beneficia a las personas y al ecosistema en su conjunto. Si una vida bien vivida incluye el tequila, un paisaje desértico lleno de vida y biodiversidad nos beneficia a todos. Es hora de actuar y proteger a estos polinizadores nocturnos para asegurar el futuro de la producción de tequila y mezcal.
IMPACTO PANAMÁ