Un nuevo estudio revela patrones sorprendentes en el favoritismo parental y sus efectos en el desarrollo infantil
Las sospechas eran ciertas: muchos padres sí tienen un hijo favorito, según confirma un extenso análisis publicado en Psychological Bulletin. La investigación, que evaluó 30 estudios con casi 20,000 participantes, revela un dato inesperado: tanto madres como padres tienden a mostrar preferencia por las hijas.
El estudio, liderado por Alexander Jensen de la Universidad Brigham Young, arroja luz sobre un tema tradicionalmente tabú en las familias. Los investigadores identificaron que los hijos más responsables y organizados suelen recibir un trato más favorable, posiblemente porque los padres los encuentran «más fáciles de manejar».
«Durante décadas, los investigadores han sabido que el trato desigual puede dejar efectos duraderos en los niños», explica Jensen. Los resultados sugieren que ser el favorito puede tener implicaciones significativas: mayor estabilidad psicológica, más éxito profesional y relaciones de pareja más duraderas.
El experto alemán Martin Diewald, de la Universidad de Bielefeld, destaca que estas diferencias suelen ser sutiles e inconscientes. «Los padres desarrollan una relación más cercana con los niños sociables, porque esto hace muchas cosas más fáciles», señala, aunque enfatiza que esto no significa menor amor hacia los otros hijos.
Los hermanos mayores también parecen beneficiarse de ciertos privilegios, recibiendo mayor autonomía debido a su madurez. Sorprendentemente, la extraversión no resultó ser un factor determinante en el favoritismo parental, contradiciendo expectativas previas.
Los investigadores advierten que estos hallazgos deben interpretarse con cautela y enfatizan la importancia de que los padres sean conscientes de sus comportamientos. «Lo crucial es asegurarse de que todos los niños se sientan amados y apoyados», concluye Jensen, recordando que la percepción de favoritismo puede tener consecuencias emocionales duraderas.