Santa Ana tiene historia, carácter y alma. Sus calles hablan del pasado de una ciudad que nació entre adoquines y esfuerzo. Pero hoy, una mujer nacida de ese mismo suelo camina con firmeza, escuchando a su gente y dando respuestas reales: Kira Ponce, la hija del barrio.
Representante del corregimiento desde 2024, Kira no es una política más. Es una vecina convertida en líder. Su estilo directo, su presencia constante en el territorio y su capacidad de resolver sin prometer de más la han hecho ganar el respeto —y el cariño— de quienes conocen bien las necesidades del casco viejo de Panamá.
Presente en la calle, comprometida en la acción
Kira Ponce ha llevado su gestión a las aceras, los portales, las casas y los callejones. No es extraño verla sin protocolo alguno, conversando con adultos mayores, acompañando a madres solteras o recorriendo escuelas donde gestiona mejoras. Su lema parece sencillo, pero contundente: “Si no estás en el barrio, no sabes lo que necesita el barrio”.
En pocos meses ha impulsado jornadas médicas, activaciones culturales, apoyo a jóvenes emprendedores y, sobre todo, un trabajo constante con las juntas comunales, asociaciones de vecinos y clubes deportivos del área. Santa Ana no espera soluciones eternas: exige resultados, y Kira los entrega paso a paso.
Una líder que inspira a las nuevas generaciones
Uno de sus enfoques más destacados ha sido el trabajo con niños y jóvenes, a través de programas de prevención, capacitación y actividades deportivas. “Yo sé lo que es crecer en Santa Ana con pocos recursos, pero con sueños grandes”, ha dicho en más de una ocasión.
Kira representa a una generación nueva de líderes: sin ataduras a los viejos moldes, con voz firme y sin miedo a tomar decisiones. Su historia de superación, su disciplina y su sentido de justicia la han convertido en un referente femenino en la política local.
Barrio, cultura y corazón
En cada actividad que impulsa se nota su amor por la cultura barrial. Desde rescatar tradiciones hasta apoyar a artistas locales y gestores comunitarios, su apuesta va más allá de lo político: es emocional. Y ese vínculo emocional con la comunidad es lo que ha hecho de Kira no solo una representante, sino un símbolo de orgullo para muchos.
El reto de transformar sin olvidar de dónde se viene
En tiempos de cuestionamientos a la política, Kira Ponce representa una historia distinta: la de una mujer joven que eligió servir, sin trajes de lujo ni discursos vacíos, sino con la ropa del día a día y el corazón puesto en el lugar donde nació. No ha sido fácil, pero tampoco se esperaba que lo fuera. Ella lo tiene claro: “No vine a ocupar un cargo, vine a representar a mi gente”.
Y así, con el Legado Torrijista, mirada al frente y la voz del barrio como guía, Kira Ponce continúa escribiendo una historia de trabajo, esperanza y transformación en Santa Ana.