IMPACTO PANAMÁ
Related Articles
En un giro sorprendente, la pegajosa música pop surcoreana, conocida mundialmente como K-Pop, se ha convertido en un arma en la creciente tensión entre las dos Coreas. Seúl ha reactivado sus altavoces fronterizos, transmitiendo no solo noticias y críticas al régimen de Kim Jong-un, sino también los éxitos más recientes de sus ídolos del K-Pop.
Esta estrategia no es mera provocación. Los analistas creen que Pyongyang teme que este contenido, junto con dramas surcoreanos y otros materiales, pueda desmoralizar a sus tropas y ciudadanos fronterizos. El régimen de Kim, conocido por su control férreo sobre la información, ve estas transmisiones como una amenaza directa a su poder.
La respuesta de Corea del Norte ha sido drástica. Primero, lanzaron globos llenos de basura y estiércol hacia el Sur. Ahora, están instalando sus propios altavoces, preparándose para una batalla sonora que podría tener consecuencias más allá del ruido.
En 2018, durante un breve período de distensión, Seúl retiró sus altavoces como gesto de buena voluntad. Sin embargo, las recientes acciones norcoreanas han obligado al Sur a reconsiderar esta medida. El portavoz militar surcoreano, Lee Sung Joon, asegura que están preparados para cualquier represalia.
Esta guerra psicológica subraya el poder de la cultura pop en la geopolítica moderna. La pregunta ahora es: ¿podrá el K-Pop derribar muros donde la diplomacia ha fallado? O, por el contrario, ¿intensificará un conflicto que ha durado décadas?
