IMPACTO PANAMÁ
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Ante la creciente incertidumbre política y económica, los ciudadanos estadounidenses están recurriendo cada vez más a los grupos de ayuda mutua para satisfacer sus necesidades básicas. Estos grupos, impulsados por voluntarios, se basan en la solidaridad y el apoyo vecinal, ofreciendo una alternativa a los sistemas formales que a menudo resultan insuficientes. El concepto de «ayuda mutua» se centra en la colaboración y el apoyo recíproco, donde los miembros de la comunidad se ayudan entre sí sin necesidad de intermediarios ni requisitos burocráticos.
Kashish Ali, una inmigrante pakistaní de primera generación, es un ejemplo de este espíritu de colaboración. Ali recauda fondos entre sus amigos y familiares para comprar alimentos y abastecer neveras comunitarias en Atlanta y Nueva York. Esta iniciativa, que comenzó en 2021, no solo proporciona alimentos a quienes lo necesitan, sino que también fomenta la conexión y el sentido de comunidad. Según Ali, muchas personas desean participar en iniciativas de este tipo, pero buscan una forma de ver el impacto de su contribución de manera inmediata. Las neveras comunitarias ofrecen precisamente eso: la satisfacción de ver cómo los alimentos donados llegan directamente a las personas que los necesitan.
Los grupos de ayuda mutua se distinguen de las organizaciones sin fines de lucro tradicionales por su carácter inclusivo y su falta de jerarquía. No se exige a los beneficiarios que presenten documentos de identificación ni que demuestren sus ingresos. Los organizadores suelen ser también receptores de la ayuda, lo que difumina la línea entre quienes dan y quienes reciben. Este enfoque horizontal y solidario atrae a personas que buscan alternativas a los modelos tradicionales de asistencia social.
Aaron Fernando, organizador de Shareable, destaca que el interés por la ayuda mutua se intensifica en tiempos de crisis. La pandemia de COVID-19 y la actual incertidumbre económica y política han impulsado a muchas personas a buscar nuevas formas de proteger a sus comunidades y satisfacer sus necesidades básicas. En este contexto, los grupos de ayuda mutua se convierten en una red de seguridad esencial, especialmente para aquellos que se encuentran en los márgenes de la sociedad.
Yoly Nuñez, del Collective Focus Resource Hub en Brooklyn, lleva organizando distribuciones de alimentos, ropa y artículos para el hogar desde el inicio de la pandemia. Su grupo se especializa en encontrar recursos gratuitos, estableciendo acuerdos con supermercados y restaurantes para rescatar alimentos que de otro modo se desecharían. Estos alimentos se distribuyen a través de neveras comunitarias, que se vacían rápidamente. Nuñez anima a otros a crear sus propios grupos de ayuda mutua, ya que considera que una red de iniciativas locales fortalece a toda la comunidad.
Collective Focus se ha constituido como una organización sin fines de lucro para poder alquilar un espacio, pero sigue operando de forma colectiva y contando con el apoyo de voluntarios. Georgina Edmonds, miembro del grupo, destaca que la organización empodera a sus miembros para tomar decisiones y dar forma al trabajo que realizan. Este enfoque participativo y horizontal es un sello distintivo de los grupos de ayuda mutua, que buscan construir comunidades más resilientes y solidarias.
