En un movimiento que podría redefinir las relaciones comerciales entre las dos economías más grandes del mundo, Estados Unidos anticipa la conclusión de un acuerdo crucial con China antes de que finalice noviembre. El anuncio, realizado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, revela que la administración de Donald Trump busca asegurar el acceso continuo a tierras raras, minerales indispensables para industrias clave como la electrónica, la defensa y la automoción.
Este pacto, gestado durante una reciente reunión en Corea del Sur entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping, representa una respuesta directa a las restricciones impuestas por China a la exportación de estos minerales críticos. Dichas restricciones surgieron tras una escalada arancelaria iniciada por Washington, lo que generó preocupación en diversos sectores industriales.
«Aún no hemos finalizado el acuerdo, que esperamos tener listo para el Día de Acción de Gracias. Confío en que, tras nuestra reunión en Corea entre los dos líderes, el presidente Trump y el presidente Xi, China cumplirá con sus compromisos», declaró Bessent, mostrando optimismo sobre el resultado de las negociaciones.
El acuerdo se basa en un compromiso mutuo: Estados Unidos renunciará a la imposición de aranceles del 100% sobre importaciones chinas, mientras que Beijing levantará, durante un período de un año, las exigencias de licencias para la exportación de tierras raras y sus derivados. Esta medida busca aliviar las tensiones en las cadenas de suministro globales, donde la disponibilidad de estos minerales es fundamental.
Las tierras raras, que incluyen elementos como el neodimio y el lantano, son componentes esenciales en la fabricación de teléfonos móviles, equipos médicos, tecnologías de energías renovables y sistemas de defensa. La preocupación por la seguridad del suministro ha ido en aumento entre gobiernos y empresas occidentales, conscientes de la dependencia de China en este sector.
Además de las tierras raras, el acuerdo abarca el comercio agrícola. China se ha comprometido a realizar compras significativas de soja estadounidense, con un equivalente de 12 millones de toneladas métricas este año y 25 millones para 2026. Este compromiso revierte la decisión de Beijing de suspender las importaciones de soja estadounidense en represalia por los aranceles impuestos por la administración Trump, lo que había afectado directamente a los productores rurales de Estados Unidos.
«China convirtió en peones a nuestros excelentes productores de soja, pero creemos que hemos remediado esa situación», afirmó Bessent, subrayando la importancia de este componente del acuerdo.
China domina la producción y refinación de tierras raras, controlando aproximadamente el 80% de la capacidad mundial. Esta posición estratégica le otorga una influencia considerable en el mercado global, y las restricciones temporales impuestas a partir del 4 de abril habían generado inquietud en industrias de Estados Unidos y Europa.
Paralelamente a este acuerdo con China, Estados Unidos ha anunciado acuerdos comerciales separados con Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala. Estos pactos buscan reducir los aranceles para las exportaciones agrícolas e industriales estadounidenses, a cambio de una mayor apertura de los mercados de estos países a productos estadounidenses. Los acuerdos también incluyen compromisos relacionados con minerales estratégicos y la garantía de que los países latinoamericanos no impondrán impuestos a los servicios digitales estadounidenses.
El Representante Comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, explicó que estos acuerdos buscan «abrir nuevos mercados para las exportaciones estadounidenses y reducir las barreras comerciales que enfrentan los trabajadores y productores».
En el contexto de estos movimientos comerciales, los datos de inflación muestran un aumento en el precio de productos importados, como el café, lo que sugiere que los acuerdos podrían tener un impacto en los precios al consumidor.
El acuerdo con China, así como los pactos con países latinoamericanos, reflejan la estrategia de Estados Unidos para diversificar sus fuentes de suministro de minerales críticos y fortalecer sus relaciones comerciales en un panorama global cada vez más competitivo.
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