IMPACTO PANAMÁ
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En la historia de los pueblos hay momentos en los que se define el rumbo de una organización, y hoy, el Partido Revolucionario Democrático (PRD) enfrenta esa encrucijada. La candidatura de Pedro Miguel González al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) no es una apuesta personal, sino un llamado profundo al alma misma del partido: al torrijismo auténtico que lo vio nacer.
Pedro Miguel no necesita presentación. Su vida política ha estado marcada por la coherencia, la lealtad y la lucha. Desde las juventudes del PRD levantó la bandera de Omar Torrijos, entendiendo que el partido no era un simple vehículo electoral, sino la expresión organizada del pueblo panameño que busca justicia social, soberanía y dignidad. Hijo de uno de los líderes históricos del torrijismo, lleva en la sangre y en la memoria el compromiso con las raíces del colectivo más grande de Panamá.
El PRD atraviesa un momento en el que muchos sienten que se ha alejado del camino original. Entre pactos cupulares, intereses ajenos a la mística torrijista y una militancia que pide a gritos volver a creer, surge la figura de Pedro Miguel como el recordatorio vivo de lo que significa ser perredista de verdad: resistencia, identidad y servicio al pueblo.
Su candidatura al CEN es más que una aspiración política: es un acto de resistencia frente a la desmemoria. Es la posibilidad de devolverle al partido la fuerza combativa que lo caracterizó, de regresar a la senda de Omar, de rescatar la doctrina que hizo del PRD el instrumento del pueblo y no de las élites.
Pedro Miguel González no representa la nostalgia de un pasado inalcanzable, sino la esperanza de un futuro torrijista posible. Su lucha no es por él, es por devolverle al PRD su verdadera casa: la de los humildes, la de los trabajadores, la de los que sueñan con un Panamá más justo.
Hoy, más que nunca, la militancia necesita levantar la voz y decir con firmeza: el torrijismo vuelve a casa, y vuelve de la mano de Pedro Miguel González.
