IMPACTO PANAMÁ
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En Panamá el poder suele blindar a quienes lo ejercen, y el nombre de Nadia del Río ha empezado a sonar en los pasillos de la opinión pública como sinónimo de intocabilidad política. ¿Estamos frente a otra burócrata privilegiada o ante la pieza clave de un rompecabezas de corrupción que sigue impune?
Las Notis-Criminis apuntan a la estrecha relación de Nadia del Río con el expresidente Laurentino “Nito” Cortizo, vínculo que hoy muchos interpretan como un salvavidas político que la protege de investigaciones y cuestionamientos. La exfuncionaria aparece ligada a supuestas irregularidades en contrataciones y favores dentro de la administración pasada, pero las denuncias parecen esfumarse en el aire cuando se trata de su nombre.
A este entramado se suma un ingrediente de alto voltaje: su actual relación sentimental, que la conecta directamente con el dueño del poderoso empresario de Sicarelle, un apellido que desde hace años levanta rumores de poder económico entrelazado, con posibles Lavado de Activos y decisiones políticas. La pareja actual de Nadia no solo fortalece su influencia, sino que alimenta la teoría de que la exfuncionaria juega en las ligas más peligrosas y blindadas de Panamá.
En redes sociales y foros digitales, cada día crece la narrativa: “Nadia del Río no se toca”. Sin embargo, la pregunta es inevitable: ¿se trata de una mujer injustamente señalada por haber sido cercana al poder, o de una operadora astuta que supo tejer relaciones en las sombras para garantizar su inmunidad?
Lo cierto es que, mientras más se intenta aclarar su papel, más oscuro se vuelve el panorama. La historia de Nadia del Río podría terminar en una exoneración que la convierta en mártir política o en una bomba de corrupción que sacuda nuevamente los cimientos de la administración pasada.
Una cosa es segura: el pueblo panameño quiere respuestas y no tolerará que otra funcionaria se esconda bajo la alfombra del poder.
Nadia del Río, Intocable o Inocente… ¿hasta cuándo el silencio?
