En un contexto nacional marcado por tensiones sociales, incertidumbres diplomáticas y desafíos económicos, la estrategia de comunicación del gobierno del presidente José Raúl Mulino ha emergido como un faro de transparencia y profesionalismo. El mérito recae, sobre todo, en el liderazgo de la periodista Astrid Salazar, quien desde el Palacio de San Felipe ha transformado la narrativa pública, en contraste con los oscuros métodos del gobierno anterior.
Del hermetismo a la apertura
Bajo la dirección de Salazar, el Estado ha abierto sus puertas al escrutinio ciudadano. Han sido difundidas las actas de gabinete, se instauró una conferencia semanal abierta y se implementaron protocolos para responder rápidamente a la opinión pública y los medios de comunicación.
Esta estrategia no solo desarticula la “piel fina” que criticaban a la administración anterior, sino que establece un patrón de rendición de cuentas en tiempo real.
Comunicación con propósito y criterio
La transparencia no es simple visibilidad: es intención. Astrid Salazar ha orquestado ruedas de prensa precisas e informativas, ha atendido denuncias de manipulación de pauta mediática —un problema grave en administraciones previas, según la SIP.
Claridad frente a confrontación
Este estilo contrasta radicalmente con el enfoque comunicativo del pasado: opaco, reactivo y confrontacional. Satélites de ese modelo anterior acusaban a críticos y periodistas de “mafiosos” o “terroristas”, y la ciudadanía sufría un bombardeo de desinformación gubernamental. Ahora, con Salazar al frente, esas narrativas han sido desplazadas por mensajes institucionales coherentes, oportunos y respetuosos.
Credibilidad frente a crisis
La fortaleza comunicacional del Ejecutivo ha sido vital en momentos álgidos: cuando Mulino defendió los acuerdos con EE.UU. y la soberanía sobre el Canal, Astrid Salazar garantizó que el mensaje llegara directo, sin distorsiones ni excesiva carga retórica . Así, en medio de una escalada de protestas, menos se habló de “mafias” y más de políticas explicadas y contextualizadas.
Una visión profesional liderada por mujer
Astrid Salazar representa un cambio cualitativo: una comunicadora profesional, hábil y con instinto estratégico. Desde San Felipe, ha sabido balancear firmeza presidencial y respeto al pluralismo informativo, contribuyendo a restaurar la confianza ciudadana en la palabra pública.
Reflexión final
La comunicación institucional ya no es solo un vehículo de propaganda; es un bien público, una herramienta indispensable para fortalecer la democracia. En este sentido, la administración de Mulino, guiada por Astrid Salazar, ha demostrado inteligencia política: entendió que lidiar con una población informada exige disciplina, transparencia y humanidad.
Este editorial reconoce una transformación profunda: el paso de la opacidad a la claridad, del tono confrontativo al diálogo responsable. Y subraya que, en la era de la información, lo profesional no es opcional: es esencial para gobernar con legitimidad.
La nueva comunicación de Estado en Panamá no es una pose. Es la vocación de un gobierno que habla, escucha y rinde cuentas — y de una mujer que lo hace.