¿Te sientes constantemente cansado, incluso después de dormir lo suficiente? Una investigación reciente revela que la fatiga diurna excesiva podría estar relacionada con procesos biológicos subyacentes y no solo con la falta de sueño. Un estudio internacional publicado en The Lancet eMedicine sugiere que ciertos perfiles metabólicos y hormonales en la sangre podrían ser los responsables de esa sensación persistente de agotamiento.
El estudio, liderado por investigadores del Brigham and Women’s Hospital, el Instituto Cardiovascular Beth Israel Deaconess y la Escuela de Salud Pública de Harvard, analizó datos de más de 6,000 participantes del Estudio de Salud de la Comunidad Hispana/Estudio de Latinos (HCHS/SOL) en Estados Unidos. Los científicos midieron los niveles de 877 metabolitos en sangre y los cruzaron con los resultados de la Escala de Somnolencia de Epworth, una herramienta utilizada para evaluar la tendencia a quedarse dormido en situaciones cotidianas.
Los resultados revelaron una fuerte asociación entre siete metabolitos específicos y la somnolencia diurna excesiva. Estos metabolitos están principalmente vinculados a la producción de hormonas esteroides y ácidos grasos, lo que sugiere que factores metabólicos y hormonales independientes podrían ser la causa de la fatiga persistente en personas con hábitos de sueño aparentemente saludables.
Un hallazgo interesante fue la identificación de diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Al analizar los datos por separado, se encontraron tres metabolitos adicionales relacionados con la somnolencia en hombres, lo que indica que existen mecanismos distintos para ambos sexos.
La somnolencia diurna excesiva es un problema común que afecta a cerca de un tercio de la población estadounidense y se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, accidentes laborales y de tráfico, y una disminución en la calidad de vida. Tradicionalmente, se ha atribuido al déficit de sueño o a trastornos como la apnea del sueño, pero este nuevo estudio refuerza la idea de que existen causas metabólicas y hormonales que merecen mayor atención.
«Queríamos identificar biomarcadores que brindaran una comprensión más sólida de los mecanismos de la somnolencia diurna excesiva y ayudaran a explicar por qué algunas personas experimentan somnolencia persistente incluso si sus hábitos de sueño parecen saludables», explicó Tamar Sofer, coautora principal del estudio.
El descubrimiento de estos biomarcadores abre nuevas vías para el diagnóstico y tratamiento personalizado de la fatiga. La identificación de perfiles metabólicos específicos podría permitir a los médicos anticipar el riesgo de cansancio extremo durante el día en personas aparentemente sanas y desarrollar estrategias preventivas o terapéuticas dirigidas.
Tariq Faquih, investigador principal del estudio, destacó el potencial de estos hallazgos: «Estos conocimientos podrían, con el tiempo, conducir a nuevas estrategias para prevenir o controlar los trastornos del sueño que incluyen la somnolencia diurna como síntoma principal».
Entre los metabolitos identificados, destacan el pregnenediol sulfato y el tetrahidrocortisol glucurónido (involucrados en la síntesis de hormonas esteroides), así como ácidos grasos de cadena larga como el dihomo-linoleato y el docosadienoato. También se observó una asociación con esfingomielinas (lípidos que intervienen en la regulación hormonal) y tiramina O-sulfato (un compuesto relacionado con neurotransmisores implicados en el sueño y la vigilia).
Aunque los investigadores reconocen algunas limitaciones, como la dificultad para replicar algunos hallazgos en todas las cohortes estudiadas, destacan la importancia de seguir investigando las diferencias de género y el papel de los factores hormonales en la fatiga femenina. En resumen, este estudio innovador nos acerca a una comprensión más profunda de las causas biológicas de la fatiga y abre la puerta a nuevas estrategias para combatirla.