Durante décadas, las guías nutricionales han sugerido priorizar los lácteos bajos en grasa para proteger la salud cardiovascular. Sin embargo, un novedoso estudio científico publicado recientemente en revistas de alto impacto está desafiando este dogma, sugiriendo que ciertos lácteos grasos podrían ser aliados inesperados en la lucha contra el deterioro cognitivo y la demencia.
La investigación, que realizó un seguimiento a largo plazo de miles de participantes, revela una conexión fascinante entre el consumo regular de productos lácteos enteros y una mejor salud cerebral en la vejez.
El poder de las «grasas buenas» para la mente
A diferencia de lo que se creía anteriormente, no todas las grasas saturadas actúan de la misma manera en el organismo. El estudio destaca que los lácteos grasos, especialmente los fermentados, contienen nutrientes esenciales que el cerebro necesita para mantener la integridad de sus neuronas.
Los puntos clave del hallazgo incluyen:
- Ácidos grasos específicos: Algunos componentes presentes en la grasa láctea podrían tener propiedades antiinflamatorias que protegen las membranas de las células cerebrales.
- Vitamina K2 y Vitamina D: Los productos enteros suelen conservar mejor estas vitaminas liposolubles, que juegan un papel crucial en la prevención de la calcificación vascular y la salud cognitiva.
- Efecto de la fermentación: El yogur entero y los quesos madurados parecen ofrecer una protección mayor debido a su interacción con el microbioma intestinal, lo que se conoce como el eje intestino-cerebro.
Cambiando el paradigma nutricional
Este estudio no sugiere que debamos consumir grasas de forma indiscriminada, pero sí abre la puerta a una dieta más equilibrada donde los lácteos enteros no sean vistos como «enemigos». Los científicos señalan que quienes consumían porciones moderadas de lácteos con toda su grasa mostraban un menor riesgo de desarrollar biomarcadores asociados con el Alzheimer.
Los expertos recomiendan que, antes de realizar cambios drásticos en la dieta, los pacientes consulten con nutricionistas, especialmente si existen condiciones preexistentes como colesterol elevado o problemas cardíacos. Sin embargo, la evidencia es clara: lo que es bueno para el corazón no siempre es la única regla para el cerebro.
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