El auge de la Inteligencia Artificial (IA) ha generado un intenso debate sobre su impacto potencial en la economía global. Mientras algunos expertos predicen un crecimiento marginal, otros vislumbran un futuro de expansión económica sin precedentes, impulsado por la automatización y la innovación acelerada. Pero, ¿qué tan probable es este escenario y cuáles serían sus consecuencias?
Desde la Revolución Industrial, el crecimiento económico mundial ha experimentado un cambio radical. Antes de 1700, el crecimiento era prácticamente inexistente, con un promedio anual de solo el 0,1%. Sin embargo, la invención de máquinas como la hiladora Jenny y la máquina de vapor impulsó un aumento significativo, alcanzando un promedio del 2,8% anual en el siglo XX. Ahora, los defensores de la IA creen que la Inteligencia Artificial General (AGI), capaz de superar a los humanos en la mayoría de las tareas de oficina, podría llevar el crecimiento anual del PIB a un asombroso 20-30% o más.
La clave de este crecimiento explosivo radica en la capacidad de la IA para generar ideas e innovaciones a un ritmo sin precedentes. Históricamente, el crecimiento económico ha estado ligado al aumento de la población, pero la AGI promete una innovación desenfrenada sin la necesidad de un crecimiento demográfico. Esto podría elevar significativamente el PIB per cápita y transformar los mercados de bienes, servicios y activos financieros.
Sin embargo, no todos los economistas están de acuerdo con este panorama optimista. Algunos, como Daron Acemoglu del MIT, predicen un impacto más modesto, estimando que la IA aumentará el PIB global en no más de 1-2% en una década. Esta visión se basa en la suposición de que solo un pequeño porcentaje de las tareas pueden ser realizadas de manera más económica por la IA que por los trabajadores humanos.
Un crecimiento verdaderamente explosivo requeriría que la IA sustituya el trabajo en la tarea más difícil de todas: mejorar la tecnología. Si la IA puede generar avances en biotecnología, energía verde y en la propia IA, el crecimiento podría aumentar sin límite. Los agentes de AGI podrían gestionar proyectos complejos e incluso realizar investigación científica en laboratorios automatizados. Sam Altman, director de OpenAI, predice que los sistemas de IA comenzarán a producir «nuevas ideas» en un futuro cercano.
Si este escenario se materializa, las consecuencias para los trabajadores serían profundas. La automatización generalizada podría llevar a la redundancia de muchos empleos, ya que las empresas optarían por utilizar la IA en lugar de contratar trabajadores humanos. En este contexto, la única fuente de ingresos para muchas personas sería la propiedad de capital.
Sin embargo, algunos economistas argumentan que el cambio será más lento de lo que permite la tecnología subyacente. Factores como la disponibilidad de energía, la regulación y las limitaciones de datos podrían frenar el impacto de la IA en el crecimiento económico. Otra posibilidad es que incluso una superinteligencia se quede sin ideas.
A pesar de estas incertidumbres, es crucial considerar las posibles implicaciones de un crecimiento económico impulsado por la IA. Si las predicciones de Silicon Valley se acercan siquiera a la realidad, se espera una conmoción sin precedentes. La clave para navegar este futuro incierto es comprender las fuerzas financieras que surgirán y prepararse para un mundo donde el capital y la innovación serán los principales motores del crecimiento.