Un reciente estudio de la Universidad Northwestern ha desafiado la creencia tradicional sobre la estabilidad de la memoria espacial en el cerebro, revelando que incluso en la rutina, el cerebro reinventa los recuerdos. Durante décadas, la neurociencia ha sostenido que cada ruta conocida y repetida se almacena en el cerebro en un grupo específico de neuronas llamadas “células de lugar” en el hipocampo. Estas células permiten que una caminata nocturna del dormitorio a la cocina se codifique de manera estable y se reproduzca siempre que el entorno no cambie. Sin embargo, los nuevos experimentos desafían esta idea fundamental.
Daniel Dombeck, profesor y principal responsable del estudio en Northwestern, explicó que la idea predominante durante 30 o 40 años era que las memorias espaciales estaban codificadas por neuronas específicas en el cerebro. Para poner a prueba la confiabilidad del mapa cerebral, el equipo de Dombeck diseñó un experimento con ratones en un laberinto virtual, controlando cada variable sensorial. Los animales corrían sobre una cinta frente a pantallas que reproducían el mismo escenario visual, mientras que filtros olfativos y ruido blanco aseguraban estímulos idénticos.
El experimento reveló que solo entre el 5% y el 10% de las neuronas mantenían su activación en recorridos repetidos. Dombeck admitió su sorpresa al obtener un resultado contrario al esperado, demostrando que los recuerdos no son idénticos para los mismos recorridos. En cambio, un grupo ligeramente diferente de neuronas se activaba cada vez. Los resultados mostraron que, incluso en un entorno completamente reproducible, la mayoría de las células activas fluctuaba, formando representaciones espaciales que cambiaban durante el experimento, un fenómeno conocido como “deriva representacional del hipocampo”.
Esta deriva ya había sido observada en trabajos previos, pero siempre existía la duda de si respondía a alteraciones imperceptibles en el entorno o el comportamiento del animal. El experimento de Northwestern descartó estas causas, apuntando a un mecanismo intrínseco. Uno de los hallazgos más importantes radica en la función de la excitabilidad neuronal. Las neuronas que mostraron mayor tendencia a activarse ante estímulos fueron las únicas capaces de mantener una representación constante de cada recorrido, mientras que las menos excitables exhibieron la mayor propensión a la deriva.
Dombeck señaló que algunas neuronas parecen ser mejores para aferrarse a la memoria original que otras. Las neuronas más excitables parecen almacenar mejor los recuerdos, mientras que las que se activan más débilmente son las que terminan cambiando. La razón detrás de este comportamiento aún no está clara, pero Dombeck sugiere que la deriva podría estar relacionada con la necesidad de recordar cada experiencia como un evento separado en el tiempo.
Este hallazgo tiene implicaciones importantes no solo para la concepción de la memoria espacial, sino también para el estudio del envejecimiento. Los científicos han observado que la excitabilidad de las neuronas tiende a disminuir con la edad, lo que podría estar directamente relacionado con la pérdida de estabilidad en los recuerdos. Dombeck y su equipo, incluyendo a Jason Climer, Heydar Davoudi y Jun Young Oh, publicaron sus conclusiones en la revista Nature.
Dombeck sugiere que, si se pudiera manipular la excitabilidad de las neuronas o mantenerla estable con el tiempo, se podría mantener la memoria. El fenómeno de la “deriva representacional” en el hipocampo indica que, incluso cuando la rutina diaria ocurre en escenarios inmutables, el cerebro actualiza y reconfigura el almacenaje de la memoria cada vez. En palabras de Dombeck, la misma experiencia involucra neuronas diferentes cada vez, no como un cambio repentino, sino como una evolución lenta.