Un reciente estudio publicado en el European Journal of Nutrition ha demostrado que una alimentación saludable puede reducir significativamente el dolor crónico musculoesquelético en adultos con sobrepeso u obesidad. La investigación, realizada por la University of South Australia, involucró a 104 participantes que modificaron sus hábitos alimenticios durante tres meses, siguiendo las Guías Alimentarias Australianas.
El estudio se centró en una disminución del 30% en la ingesta energética diaria, promoviendo el consumo de frutas, verduras, cereales integrales y carnes magras, al tiempo que se reducía el alcohol y los alimentos ultraprocesados. Los resultados fueron notables: una mejora del 22% en la calidad general de la dieta y una disminución significativa en el dolor musculoesquelético crónico, pasando del 50% al 24% entre los participantes.
Además, la mayoría de los participantes experimentó una pérdida de peso de aproximadamente siete kilogramos. Sin embargo, uno de los hallazgos más importantes del estudio fue que la mejora en el dolor crónico no dependía únicamente de la pérdida de peso. Investigadores observaron cambios positivos en la severidad del dolor incluso en personas que no experimentaron grandes variaciones de peso.
Sue Ward, primera autora del estudio, destacó que el dolor musculoesquelético crónico es una condición común e incapacitante a nivel mundial. Aunque el exceso de peso se considera un factor que presiona las articulaciones y amplifica el dolor, el estudio demostró que la calidad de la dieta puede influir de manera independiente en el dolor crónico.
«Si bien la pérdida de peso ayuda a muchas personas, este estudio sugiere que mejorar la calidad de la dieta por sí sola también disminuye la gravedad del dolor de las personas. Este hallazgo ofrece esperanza a quienes viven con dolor crónico», afirmó Ward.
La Dra. Alison Hill, co-investigadora, subrayó el impacto inmediato de una alimentación equilibrada en el bienestar. «Comer bien no solo contribuye a la prevención de enfermedades a largo plazo. También puede tener un impacto inmediato y tangible en cómo nos sentimos cada día», señaló Hill.
Los resultados del estudio resaltan la importancia de la alimentación como un recurso clave en la gestión del dolor crónico, una cuestión de alta prevalencia e impacto en la salud pública. La mejora en los síntomas permitió a los participantes experimentar una vida cotidiana menos limitada por el dolor y con una mejor calidad de vida, gracias a la reducción de la inflamación y el malestar articular y muscular.
Este estudio se suma a la creciente evidencia científica que asocia una alimentación saludable con beneficios para la salud física y mental. El enfoque del equipo de la University of South Australia permitió aislar el efecto positivo de los cambios en la calidad nutricional, más allá de los descensos de peso o de las modificaciones en el índice de masa corporal. En resumen, una dieta rica en alimentos frescos y baja en productos procesados puede ser una herramienta valiosa para reducir el dolor crónico y mejorar la calidad de vida.