Lo que se proyectaba como el cierre definitivo de más de dos décadas de negociaciones ha vuelto a quedar en el limbo. Tras una jornada de intensas y masivas protestas en el corazón de la Unión Europea, se anunció la postergación oficial de la firma del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.
La presión ejercida por miles de manifestantes, principalmente del sector agrícola europeo, ha obligado a los líderes de ambos bloques a frenar el proceso, evidenciando las profundas grietas que aún persisten en torno al tratado.
El campo europeo en pie de guerra
Las calles de Bruselas se convirtieron en el epicentro de un reclamo feroz. Agricultores provenientes de Francia, Bélgica, Alemania y otros estados miembros bloquearon accesos clave con tractores, denunciando lo que consideran una «competencia desleal».
El principal temor del sector agrario europeo es que la entrada masiva de productos sudamericanos (especialmente carne vacuna, azúcar y granos) a precios menores y bajo regulaciones ambientales menos estrictas, termine por arruinar a los productores locales.
Puntos de fricción insalvables
A pesar de los esfuerzos diplomáticos recientes para incluir cláusulas de protección ambiental (el llamado «side letter»), las dudas persisten en ambos lados del Atlántico:
- Exigencias ambientales: Los países del Mercosur critican las «exigencias verdes» de la UE, calificándolas de proteccionismo disfrazado.
- Protección de la industria: Sectores industriales de Sudamérica también han expresado temor por la apertura a las manufacturas europeas.
¿Qué sigue para el acuerdo?
La postergación representa un golpe político para las administraciones que buscaban sellar el pacto antes de finalizar el año 2025. Aunque no se ha cancelado el diálogo, la firma queda ahora supeditada a nuevas rondas de consulta y, sobre todo, a la pacificación de un sector agrícola europeo que se muestra más firme que nunca en su oposición.
IMPACTO PANAMÁ