San Miguelito enfrenta una grave crisis de acumulación de basura que pone en tela de juicio la gestión de la alcaldesa Irma Hernández. Lo que prometió ser una prioridad, resolver el problema de la basura, se ha convertido en un desafío que parece superarla, generando frustración y descontento entre los residentes.
Desde el inicio de su administración, Hernández se comprometió a transformar San Miguelito en un distrito limpio. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de esa promesa. Las calles se ven invadidas por montones de basura, generando malos olores y proliferación de plagas, afectando la calidad de vida de los ciudadanos y la imagen del distrito.
La empresa Revisalud, encargada de la recolección de basura desde hace más de dos décadas, opera a menos del 50% de su capacidad, lo que ha provocado el colapso del servicio. La alcaldesa reconoce la situación, pero la falta de soluciones concretas agrava el problema. La raíz del conflicto radica en una combinación de incompetencia, mala planificación y una licitación estancada que impide la contratación de una nueva empresa recolectora.
La licitación, un proceso millonario de más de 300 millones de dólares, se encuentra en un laberinto burocrático, plagado de reclamos, impugnaciones y retrasos. La apertura de sobres se ha pospuesto en repetidas ocasiones, sin que exista claridad sobre cuándo se adjudicará el contrato. Esta incertidumbre genera un riesgo latente: San Miguelito podría quedarse sin servicio de recolección formal a partir de enero de 2026, cuando vence el contrato de Revisalud.
Ante la emergencia, el Concejo Municipal autorizó a la alcaldesa a contratar un servicio temporal por más de 3.8 millones de dólares, una medida excepcional que busca paliar la crisis mientras se resuelve la licitación principal. Además, se implementó un “Plan B”, que consiste en que las juntas comunales asuman tareas de recolección, una estrategia que evidencia la improvisación y el desorden administrativo.
Como cada diciembre, la generación de desechos aumenta considerablemente, exacerbando la crisis. La Alcaldía ha reactivado la “Misión Limpieza”, un operativo especial con más camiones y jornadas intensivas, apoyado por la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (AAUD). Sin embargo, estas medidas son insuficientes para abordar un problema que es estructural y político.
La realidad es que San Miguelito no tiene un operador definido para la recolección de basura, la licitación está paralizada y Revisalud opera a media máquina. Los residentes se sienten decepcionados y frustrados, cansados de promesas incumplidas y excusas. La gestión de la basura se ha convertido en un símbolo de la mala gestión pública, que requiere liderazgo, planificación y decisiones firmes para romper con un ciclo de improvisación que se repite desde hace más de 20 años.
La alcaldesa Hernández tiene la responsabilidad de tomar decisiones claras, transparentes y efectivas. La población exige resultados tangibles, no comunicados ni operativos aislados. Mientras la licitación siga trabada, Revisalud opere a medias y los parches sustituyan a las soluciones de fondo, la basura seguirá siendo el eterno problema que prometió resolver, pero que, hasta ahora, la sigue superando.
IMPACTO PANAMÁ