En un encuentro trascendental previo a la cumbre COP30, cerca de 50 jefes de Estado y de Gobierno se reunieron en la ciudad amazónica de Belém para reafirmar su compromiso global en la lucha contra el cambio climático. Esta cumbre, marcada por la notable ausencia de Estados Unidos y la apremiante necesidad de avanzar en los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, busca revitalizar la acción climática a nivel mundial. El evento, que se extiende entre jueves y viernes, precede a las negociaciones anuales de la ONU sobre el clima (COP).
Entre los líderes presentes destacan el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron. Sin embargo, potencias como China e India enviaron representantes de menor rango, incluyendo ministros y viceministros de clima. La ausencia de una delegación de Estados Unidos, cuyo expresidente Donald Trump calificó la ciencia climática como «una estafa», subraya la divergencia de posturas con la agenda ambiental internacional.
La elección de Belém como sede, una ciudad con 1.4 millones de habitantes donde la mitad reside en barrios populares, generó controversias debido a su infraestructura limitada. A pesar de los desafíos logísticos, como los altos precios hoteleros y las obras de construcción inconclusas, la ciudad se prepara para recibir a delegaciones y organizaciones no gubernamentales.
Brasil busca que esta cumbre reafirme la voluntad internacional de abordar la crisis climática, aunque las tensiones son palpables. La ausencia de Estados Unidos y la reciente autorización de Brasil para realizar perforaciones petroleras cerca de la desembocadura del Amazonas generan fricciones. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C está fuera de alcance.
A pesar de ello, Brasil intenta posicionarse como mediador y promotor de una nueva etapa de acción climática. El país también enfrenta desafíos logísticos, con muchas delegaciones aún buscando alojamiento. La presidencia de la COP30 anunció financiamiento externo para ofrecer alojamiento gratuito en buques a delegaciones de países de bajos ingresos.
El contexto mundial, marcado por guerras, disputas comerciales, restricciones presupuestarias y un creciente rechazo populista a las políticas verdes, añade complejidad a la situación. Un intento reciente de reducir la contaminación del transporte marítimo global fracasó tras la presión de Estados Unidos. Carolina Pasquali, directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, instó a los líderes a actuar con determinación.
Brasil ha planteado esta cumbre como un espacio de rendición de cuentas, enfatizando la necesidad de implementar lo ya discutido. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva impulsa la creación de un fondo global que recompense a los países tropicales por la protección de sus selvas y busca priorizar la adaptación al cambio climático, un reclamo central de las naciones más vulnerables.
Evans Njewa, diplomático de Malaui y presidente del bloque de Países Menos Adelantados, reclamó mayor financiamiento climático, exigiendo detalles concretos sobre cómo incrementar los fondos a 1,3 billones de dólares anuales para 2035. Los anfitriones también enfrentan la presión de responder al fracaso colectivo para limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Incluso si los compromisos actuales se cumplieran plenamente, el aumento de la temperatura alcanzaría 2,5 °C hacia finales de siglo, según estimaciones internacionales. Ilana Seid, diplomática de Palaos y presidenta de la Alianza de Pequeños Estados Insulares, advirtió que superar el umbral de dos grados hará inviable la adaptación para muchos países.
El gobierno brasileño propondrá una «hoja de ruta para reducir el uso de combustibles fósiles», aunque Lula reconoció que se trata de «una conversación difícil». En un escenario de promesas incumplidas y crecientes divisiones, la cumbre de Belém busca mantener vivo el compromiso climático global, transformando las declaraciones en acciones concretas para evitar que la temperatura del planeta siga aumentando.
IMPACTO PANAMÁ