IMPACTO PANAMÁ
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Por Pedro Miguel González
Candidato a Secretario General del PRD
Hoy, como cada año, el amanecer del 11 de octubre nos encuentra recordando con orgullo el eco de los pasos firmes de aquellos hombres y mujeres que, bajo el liderazgo del General Omar Torrijos Herrera, iniciaron una de las gestas más trascendentales de nuestra historia republicana.
Aquella madrugada de 1968 no fue una simple toma del poder; fue el inicio de una revolución democrática y profundamente nacionalista, un levantamiento del alma panameña contra la oligarquía que había secuestrado los sueños del pueblo.
Nosotros, herederos de esa generación torrijista que entendió que la patria no se vende, que la dignidad no se negocia y que el pueblo organizado puede transformar su destino, levantamos hoy nuestra voz con el mismo espíritu rebelde y justiciero que inspiró a Omar.
El 11 de octubre no fue un golpe de Estado: fue un despertar colectivo, el amanecer de una nueva conciencia social, el nacimiento del Panamá de todos y no de unos pocos.
Omar no buscó perpetuarse en el poder, sino perpetuar la equidad. Su revolución no se proclamó en discursos vacíos, sino en hechos concretos: llevó alfabetización al campo, techo al obrero, tierra al productor y dignidad al olvidado.
Levantó escuelas donde había abandono, hospitales donde reinaba la indiferencia y esperanza donde solo había resignación. Reescribió el contrato social panameño desde la humildad del pueblo, con justicia como bandera y con soberanía como horizonte.
Hoy, cuando algunos pretenden borrar esa historia o distorsionar su legado, nos corresponde a nosotros defenderla y hacerla viva. No desde la nostalgia, sino desde la acción.
Porque el torrijismo no fue una época; fue y sigue siendo una doctrina de justicia social, de soberanía nacional, de amor por la patria.
Por eso, este 11 de octubre levantamos una vez más la bandera del torrijismo, la bandera del pueblo, la bandera de la dignidad.
Reafirmamos nuestro compromiso con los ideales que nos unieron: la justicia social, la unidad nacional y el poder popular.
Porque mientras existamos panameños dispuestos a creer en el pueblo, a luchar por la equidad y a construir soberanía, el 11 de octubre seguirá siendo más que una fecha: será una llama encendida en el corazón de la patria.
¡Por Omar!
¡Por Panamá!
¡Por la Revolución Democrática que aún nos convoca!
