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El consumo ambiental de la IA: ¿Es realmente una amenaza?

El consumo ambiental de la IA: ¿Es realmente una amenaza?

La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una parte integral de nuestra vida cotidiana. Desde responder preguntas simples hasta generar imágenes complejas, la IA está transformando la forma en que interactuamos con la tecnología. Sin embargo, detrás de esta revolución digital se esconde un costo ambiental significativo. Aunque una sola consulta a un modelo de IA puede parecer insignificante, la acumulación de millones de interacciones diarias genera una huella energética considerable.

Un estudio reciente revela que los modelos de IA más avanzados pueden consumir hasta 33 vatios-hora (Wh) por cada consulta extensa, superando con creces el consumo de sistemas más compactos. Para poner esto en perspectiva, The Washington Post calculó que el consumo de energía asociado a cientos de millones de preguntas diarias equivale a la electricidad utilizada por decenas de miles de hogares, al agua potable anual de más de un millón de personas y a las emisiones de carbono que requerirían un bosque entero para compensarse.

¿Cómo se mide la huella energética de la IA?

La Agencia Internacional de Energía (IEA) estima que los centros de datos ya representan alrededor del 1,5% del consumo eléctrico mundial, y esta cifra podría duplicarse para 2030. Dentro de este panorama, el crecimiento más rápido proviene de los servidores dedicados a la IA, cuyo consumo aumenta a un ritmo cercano al 30% anual. Esta tendencia ha llevado a investigadores a desarrollar metodologías estandarizadas para evaluar la sostenibilidad de los modelos de lenguaje grandes (LLM).

Un estudio publicado en arXiv propone un marco de análisis que combina datos de las API con factores ambientales regionales y características del hardware. Los resultados muestran diferencias significativas entre sistemas. Modelos como o3 y DeepSeek-R1 se encuentran en el extremo superior del consumo, mientras que Claude-3.7 Sonnet se destaca por su eficiencia en relación con el rendimiento.

El impacto en contexto: ¿Es la IA realmente tan contaminante?

Si bien el consumo energético de la IA es innegable, es importante ponerlo en contexto. Una consulta a ChatGPT puede consumir diez veces más electricidad que una búsqueda en Google, pero el impacto individual sigue siendo marginal. Según los cálculos, una persona que realiza ocho preguntas simples a la IA cada día durante un año generará menos del 0,003% de la huella de carbono anual promedio de un estadounidense.

Incluso las funciones más intensivas, como la generación de imágenes o videos, siguen siendo modestas en comparación con otros consumos digitales. Una imagen generada por IA requiere un gasto energético similar al de cargar un teléfono móvil, y un video de cinco segundos puede consumir 944 Wh, equivalente a recorrer 61 kilómetros en bicicleta eléctrica. Sin embargo, actividades como ver televisión, almacenar datos masivamente o navegar por Internet superan ampliamente este nivel de consumo.

La paradoja de la eficiencia: Más eficiencia, más consumo

El crecimiento exponencial de la demanda de IA está impulsando la construcción de nuevas infraestructuras en todo el mundo. Goldman Sachs estima que los centros de datos en Estados Unidos podrían triplicar su consumo eléctrico para 2030. Para satisfacer esta demanda, empresas como OpenAI están invirtiendo fuertemente en la construcción de nuevos centros de datos, algunos de los cuales contarán con plantas de energía a gas natural.

Sin embargo, la paradoja de la eficiencia plantea un desafío. Aunque los chips y algoritmos actuales consumen menos energía que en el pasado, el consumo global de la IA sigue aumentando. Esto se debe a que las mejoras tecnológicas permiten un uso más amplio y frecuente de la IA, lo que termina neutralizando las ganancias en eficiencia.

El futuro de la IA sostenible

Para mitigar el impacto ambiental de la IA, es fundamental establecer metodologías estandarizadas para medir y comparar el consumo energético de diferentes modelos. Además, es necesario fomentar el uso de energías renovables en los centros de datos y promover la eficiencia energética en el diseño de algoritmos y hardware.

La sostenibilidad de la IA es un desafío complejo que requiere la colaboración de investigadores, empresas y gobiernos. Al abordar este problema de manera proactiva, podemos garantizar que la IA continúe impulsando la innovación sin comprometer el futuro del planeta.

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