En un movimiento diplomático significativo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, sostuvieron una conversación telefónica crucial el martes, centrada en los preparativos para la inminente cumbre entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin. El encuentro, programado para el viernes en Alaska, promete ser un punto de inflexión en las relaciones bilaterales y en la búsqueda de soluciones a la crisis en Ucrania.
Según declaraciones oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia y del Departamento de Estado de Estados Unidos, ambas partes expresaron un compromiso firme para asegurar el éxito de la cumbre. La conversación telefónica abordó diversos aspectos logísticos y estratégicos, con el objetivo de crear un entorno propicio para el diálogo constructivo entre los dos líderes.
La agenda principal de la cumbre se centrará en la búsqueda de una solución pacífica y duradera para el conflicto en Ucrania. Yuri Ushakov, asesor presidencial ruso para Asuntos Internacionales, destacó la importancia de discutir «opciones para lograr una solución pacífica a largo plazo para la crisis ucraniana». La elección de Alaska como sede de la cumbre, según Ushakov, es «totalmente lógica», dado que Rusia y Estados Unidos comparten fronteras como vecinos cercanos.
La cumbre ha generado reacciones mixtas en Europa, particularmente debido a la ausencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, quien ha solicitado repetidamente un encuentro trilateral con la participación de Ucrania. En respuesta, el Gobierno de Berlín ha organizado una reunión virtual paralela que incluirá a Trump, Zelensky y varios líderes europeos, así como a representantes de la Comisión Europea, el Consejo Europeo y la OTAN.
El presidente Trump ha asegurado que, tras su reunión con Putin, se comunicará con los líderes europeos y con Zelensky, enfatizando la necesidad de que «ambos estén en una habitación para resolver el conflicto ucraniano». Trump también insinuó la posibilidad de «recuperar algo» de territorio ucraniano, sugiriendo un enfoque pragmático en la búsqueda de una solución.
Este encuentro marca la primera reunión entre Trump y Putin desde la cumbre de Helsinki en 2018 y la primera interacción de Putin con un presidente estadounidense desde su encuentro con Joe Biden en Ginebra en 2021.
La Casa Blanca ha descrito la próxima reunión como un «ejercicio de escucha» para el presidente Trump. La portavoz presidencial, Karoline Leavitt, aclaró que no se espera un acuerdo de paz inmediato, sino una oportunidad para que Trump «obtenga una mejor comprensión de cómo podemos poner fin a esta guerra». Leavitt también expresó la esperanza de que en el futuro se pueda organizar una cumbre trilateral con la participación de Zelensky.
La administración estadounidense no descarta futuras reuniones en diferentes escenarios, incluyendo territorio ruso. La elección de Alaska como sede de la cumbre añade un contexto histórico interesante, dado que el estado fue parte de Rusia hasta 1867. Esta cumbre representa una oportunidad crucial para que Estados Unidos y Rusia exploren vías para la desescalada y la cooperación en medio de tensiones geopolíticas crecientes, con la crisis en Ucrania como el foco principal de atención. El mundo observa atentamente mientras Trump y Putin se preparan para este encuentro trascendental en suelo estadounidense.