domingo , diciembre 7 2025
Editorial: “Ser quien soy no es un delito: es un derecho”

Editorial: “Ser quien soy no es un delito: es un derecho”

En pleno 2025, aún hay quienes consideran que ser gay, lesbiana, trans, bisexual o no binario es una “anomalía” o “pecado”. Pero cada vez más personas, valientes y libres, deciden abrazar su verdad: “yo tengo derecho a ser quien soy, no como me dijeron que debía ser”.

Y mientras algunos sectores religiosos o conservadores alzan su voz en contra, existen textos espirituales, pasajes bíblicos y tradiciones ancestrales que han aceptado —incluso celebrado— durante siglos la diversidad sexual y de género. Entonces, ¿dónde está el verdadero pecado: en amar libremente o en imponer miedo, ¿rechazo y discriminación?

¿La Biblia condena el ser diferente o nos llama a amar?

Los pasajes más citados para condenar la homosexualidad vienen del Antiguo Testamento, especialmente del Levítico. Sin embargo, estudiosos modernos como John Shelby Spong, exobispo episcopal estadounidense, señalan que esos textos fueron escritos en contextos históricos muy distintos al actual, y no deben usarse como herramientas de odio.

Jesús —la figura central del cristianismo— nunca condenó la homosexualidad. Lo que sí condenó fue la hipocresía, la violencia y la opresión de los más débiles. En su círculo más íntimo había marginados, prostitutas, recaudadores de impuestos (los más odiados de su época) y hombres que desafiaban las normas sociales.

“Amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan 13:34).

¿No debería ser este el verdadero mandamiento cristiano?

En el Islam también hay debate

Aunque muchas interpretaciones del Corán son utilizadas para justificar la persecución a la comunidad LGBTQ+, también existen corrientes progresistas dentro del Islam —como la liderada por el imán gay Daayiee Abdullah en Estados Unidos— que afirman que Alá no se equivoca en su creación.

“Dios os ha creado en diversas formas, y sólo Él juzga lo que hay en los corazones” (Corán 49:13).

Los Muxes en Oaxaca: cuando ser “hombre-mujer” es un honor

En Juchitán de Zaragoza, Oaxaca (México), los muxes —personas nacidas biológicamente hombres que asumen roles femeninos— son una parte fundamental de la comunidad zapoteca. No son marginados, son honrados.

En muchas familias indígenas, tener un muxe es considerado un privilegio espiritual y emocional.

“Dicen que somos como el balance de la energía masculina y femenina del universo”, afirma Amaranta Gómez Regalado, activista zapoteca.

Este ejemplo contradice el discurso occidental colonizador que nos enseñó que lo “normal” era heterosexual, binario y masculino.

La verdadera amenaza no es ser diferente, sino no dejar vivir en paz

En tiempos donde los discursos de odio resurgen disfrazados de moral y tradición, hay que dejar algo claro:

Nadie está obligado a vivir bajo la identidad con la que nació.
Nadie debe esconder a quién ama.
Y nadie, por su orientación o expresión de género, merece miedo, burla ni agresión.

El derecho a la libre identidad sexual y de género no es un privilegio. Es un derecho humano, tan legítimo como votar, creer en Dios o formar una familia.

¿Y si el verdadero pecado fuera callar mientras se oprime a los demás?

Ser gay, lesbiana, trans o queer no es una moda, ni una desviación, ni un plan diabólico para destruir a la sociedad.

Es una expresión más del alma humana. Y negarlo es negar la complejidad, belleza y profundidad de la vida misma.

Hoy, en comunidades indígenas, templos progresistas, y corazones abiertos, el mensaje se hace claro:

“Yo no elijo ser así. Yo elijo no mentirme más. Y eso no puede ser pecado.”

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